Indonesia, 3ª parte: Montes Bromo e Ijen (con alguna cosita más)



(Aviso: Entrada MUY LARGA y con MUCHAS FOTOS).
Y vamos ya con la penúltima entrega del viaje a Indonesia.  Pensaba haberla subido un poquito antes, pero la Navidad, y distintas actividades laborales, me lo han impedido. Así que es tiempo de publicarla ya, que hace casi 2 meses que regresamos.
En esta entrada, vamos a movernos más en la naturaleza que en las anteriores.
Empezaremos con un curioso lugar, llamado “MesaStila”, que es un pequeño hotel de lujo en una plantación de café. Nosotros no nos alojamos en él, sólo fuimos a visitar la plantación, aunque también pudimos ver las habitaciones… y algunos, incluso, se perdieron por los cafetales y fueron a aparecer en un pueblo cercano, jajaja...
Subiendo esta pequeña cuesta se llega a la recepción del hotel-plantación, que es una antigua estación de tren que fue transportada y reconstruida aquí (como la mayoría de las villas que forman el hotel).

Dentro, pasamos a través de lo que, en su día, fue la casa de los dueños de la plantación, llena de muebles coloniales combinados con elementos decorativos más modernos, y que ahora se destina a zonas comunes del hotel. 

Y, de aquí, pasamos a los cafetales.

Aquí tenéis un primer plano de la flor del café, que huele estupendamente (pero no a café, jajaja).

El calor y la humedad os los podéis imaginar, así que os ahorro ver fotos mías hecha un globo, jajaja. Mejor ver los cafetales.

Y aquí veis los molinillos y secaderos del café... que, como podéis observar, era "de puchero", jajaja.
El proceso de elaboración del café de Java es la mar de curioso, por lo menos en lo que respecta a su variedad más cara y selecta. En las plantaciones tienen granjas de ginetas (o de un animal prácticamente igual a la gineta, llamado también "civeta"). Estas ginetas se comen los frutos del café. Por lo visto, las enzimas de sus estómagos causan un efecto especial sobre los granos de café; entonces, cuando estos bichos hacen "sus necesidades", expulsan con ellas los granos, que salen enteritos, pero, gracias a esas enzimas, están mucho más sabrosos y aromáticos.
Y no, no estoy de guasa. Mirad ESTE ENLACE, que lo explica mucho mejor que yo.


El hotel era impresionante. Ésta es una de las villas.
Cada villa tiene una decoración diferente, todas con muebles de estilo colonial.

Y ésta es una de las piscinas. Además, disponía de spa, hammam, restaurante... ¡una pasada de sitio!


Nosotros no nos alojamos aquí: como ya os conté en la entrada anterior, estábamos en Yogyakarta. Pero es una opción a tener en cuenta, desde luego. 
Y, al día siguiente de visitar esta plantación, salimos hacia el monte Bromo.

Llegados a este punto, debo advertiros algo: a partir de aquí, hay partes del relato “viajero” que no me corresponden realmente a mí, sino a mi marido y otros compañeros de viaje. 
Os explico. Yo, en plano, ando los kilómetros que hagan falta. En ciudad, con subidas y bajadas incluso en ciudades con buenas cuestas, como Roma, no tengo problema. Pero en el momento en que me toca subir montañas (y sobre todo, en cuanto la altitud de la zona supera los 1800 metros), se acabó lo que se daba. Ni cuando estaba en plena forma era capaz, aunque lo resistía mejor. Pero, hoy por hoy, con 51 añitos, y baja de forma, prefiero retirarme a tiempo antes que fastidiar a los demás (por fortuna, siempre hay otras opciones).
Así que parte de lo que os cuento a partir de ahora lo he vivido, y otra, me la han contado, jajaja.



Para visitar el monte Bromo hay que alojarse cerca, ya que uno de los principales atractivos es ver amanecer en el mirador, y como aquí amanece cerca de las 4 y media o 5 de la mañana, y las carreteras son malas no, lo siguiente, es conveniente no estar demasiado lejos.
El mejor hotel en el área es el Bromo Cottages Hotel, en el que nos alojamos (en la foto de arriba lo podéis ver).
Es un hotel aceptable, pero muy básico. Se trata de un 3 estrellas MUY justito, más cerca de uno de 2 que de lo que en España entendemos por 3 estrellas. Está construido en una ladera tan empinada que para subir y bajar a las habitaciones hay un pequeño funicular (que a veces no funciona).
Dadas las características de la zona, la humedad es tremenda, y hacía algo de frío. El agua caliente en las habitaciones es muy limitada (creo recordar que unos 25 litros por hora). Y las habitaciones, muy "justitas" de mobiliario y de tamaño. Es posible que las villas de abajo estén mejor amuebladas, por lo que me comentaron.
Pero no todo son desventajas: las vistas son fabulosas, el personal es muy amable, no se come nada mal (al contrario),  y es un excelente punto de partida para las excursiones por la zona. 
Además, como es el más decente del área, pues para qué va uno a quejarse, jajaja.
Para que os hagáis una idea de cómo es la carretera, los autobuses normales no pueden llegar hasta el hotel, así que aparcan en una aldea cercana, y desde allí se sube en todo terreno. 
Ésta es la carretera "buena".

Sobre las 3 de la mañana, emprendimos la subida al mirador del monte Bromo, con un frío bastante considerable para lo acostumbrado en estas tierras. 
Y es que el mirador está a unos 2700-2800 metros, y, tranquilamente, te puedes encontrar con una temperatura de 6-7º. Que no es que sea el Polo Norte, pero hay que tener en cuenta que estamos en una zona tropical, por lo que el contraste se nota más. Así que, si vais, no olvidéis llevar algún polar o un anorak.
Y no sé por qué, pero había imaginado que lo de esperar al amanecer sería una cosa algo más íntima y tranquila…¡Ya, ya!


Allí, en el mirador, había no sé cuantísimos turistas locales, y de otros puntos de Asia, Europa, América y Oceania. Todos provistos de cámaras, tabletas, móviles… y muchos, de ese endiablado artilugio para hacerse autorretratos (o “selfies”, como prefiráis), así que había que espabilar para encontrar un buen sitio desde el que contemplar el amanecer (y eso que, teóricamente, estábamos en temporada baja).
Dicho sea de paso: NO SE OS OCURRA subir corriendo las escaleras del mirador, salvo que estéis muy en forma, o residáis en lugares de bastante altitud y estéis acostumbrados. Yo lo hice… y lo pagué. Esta zona es alta, y normalmente se viene de terrenos mucho más bajos.
En fin, una vez instalados en un lugar apropiado, vamos observando la oscuridad…
Y, poco a poco, se va aclarando el cielo...

Cada vez más...


Por fin, sale el sol:


Y ya vamos viendo el monte Bromo con más claridad. Se confunden las nubes con las columnas de humo que salen del cráter...



Vista "panorámica" del monte Bromo y de mi cara de agotamiento, jajaja.

Después del amanecer, se baja al pie del volcán. Se llega hasta un determinado punto en todo terreno...

... y a partir de allí se camina, o se va en "pony" hasta las faldas de la montaña; después se sube unos 200 y pico escalones hasta el cráter.

Yo no subí. Como ya he comentado, no me encontraba muy bien después de haber subido demasiado deprisa las escaleras del mirador; y, además, cuando nos bajamos de los coches, empezamos a andar, y las nubes bajas formaban una niebla tan densa que me sentí agobiada. Así que esta fotos están hechas por amigos míos. 
Las vistas del cráter son impresionantes, dicen... pero cuidadín con las escaleras, que son irregulares y están llenas de arena volcánica, por lo que puede uno resbalarse.
Tras el primer volcán, ¡vamos a por el segundo!: el monte Ijen. Pero, en el camino, nos paramos en la playa a comer (ya os comenté en entradas anteriores que aquí las distancias no son indicativas del tiempo: los dos volcanes no están demasiado lejos en kilómetros, pero se tarda un día entero en desplazarse de uno a otro).
Por lo tanto, hacemos una paradita "técnica" en un pueblo costero, llamado Situbondo. Esta es la playa.

Aquí podéis ver a un grupo de mujeres musulmanas que se bañan completamente vestidas, y con flotadores tipo neumático... Menos mal que llevan flotador, porque no sé cómo se puede intentar nadar con toda esa ropa empapada, jajaja...
Y esta es una curiosa embarcación característica de la zona, con unos llamativos estabilizadores de bambú:

Comimos muy bien en un restaurante llamado Oriental Purnama: pescados, gambas, calamares, mango de postre... Todo muy rico, y con un grado de picante llevadero para el español medio (paramos en algunos lugares que tela marinera, aunque supongo que para los mexicanos o peruanos que lean esto sería un "picor" muy normalito, jajajaja). 
Y, después de pasear a la orilla del mar, tocaba volver a subir, esta vez en dirección al volcán Ijen. Tampoco esta vez el autobús podía llegar hasta el hotel: había que cambiarse a un todo terreno (que nos llevó por un camino de tierra de varios kilómetros, ¡no quiero imaginarme cómo puede estar ese camino en la estación lluviosa!). 
Y también esta vez nos alojábamos en el hotel más decente de la zona. Pero esta vez, el hotel (aunque también es de 3 estrellas), era muchísimo mejor: el Hotel Ijen Resort. 

Me gustaron mucho las instalaciones, la comida del bar-restaurante (situado en una cabaña grande al aire libre) y las habitaciones. 

Una única "pega": dentro del cuarto hacía un calor atroz, porque no tenía aire acondicionado. Supongo que, por las características del hotel y la zona en la que se encuentra, igual pedir que tengan aire acondicionado es exigir mucho... pero una buena opción sería que pusieran ventiladores de techo en las habitaciones: le va muy bien a la decoración, y bajaría unos cuantos grados la temperatura.
Y aquí se dividen los caminos. 

Yo no hice el trekking al cráter del Ijen: me informaron de que era bastante duro para mis condiciones, y preferí esperar a los demás en el hotel, porque sabía que no podría subir.

Efectivamente, es muy duro: un camino "machaca-rodillas", resbaladizo, y con olor a azufre, con 1.600 metros de desnivel. En el fondo del cráter hay un lago.


Lo impresionante no sólo eran las vistas, sino observar a los trabajadores cómo bajaban al fondo del cráter, recogían azufre, y después subían aquellas cuestas, cargados con una media de 70 kilos de azufre en unas cestas, haciendo dos viajes al día... por el "astronómico" sueldo de SEIS EUROS al día. Tela.

Es el trabajo al que recurren los que no encuentran otra cosa, como única oportunidad.
(Ver estas cosas te hace reflexionar, y valorar lo que uno tiene...)
Eso sí, los tíos, por lo visto, subían como si nada, y, encima, fumando como carreteros (y el Marlboro les parece un tabaco demasiado flojo, según me contaron).
El ascenso al cráter se empieza de madrugada, después de un recorrido en todo terreno, y en la primera parte del camino se necesita llevar linterna. Se tarda unas dos horas en subir (y la bajada es un poco dura también).
Yo, mientras tanto, me levanté al amanecer, y me dediqué a desayunar tranquilamente y a hacer fotos en los jardines del hotel. 

Que, como veis, son preciosos:

Aquí podéis ver la piscina. De lo más agradable.


El hotel está rodeado de arrozales en terrazas.

Y, sobre las 9 de la mañana, empezaron a llegar los del trekking, que se pusieron a desayunar, literalmente, como si no hubiera un mañana, después del palizón, jajaja.
Después de las duchas, emprendimos camino hacia Bali. Pero eso os lo contaré en la última entrega de esta crónica, que por hoy ya está bien de rollo... Espero que os haya gustado.

Comentarios

  1. Muchas gracias por llevarnos de viaje contigo, un reportaje precioso.
    Besos

    ResponderEliminar
  2. Precioso vieja Marga, yo también te doy las gracias por esas fotos maravillosas.
    Besos

    ResponderEliminar
  3. Tu viaje ha dado para mucho, unas fotos preciosas de un lugar maravilloso, se nota que lo has vivido y recogido para no olvidarlo. No me extraña porque todo lo que nos enseñas es espectacular.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  4. Que bonito ya que no puedo ir con tus fotos y relatos es como si viajara a ese lugar gracias besitos

    ResponderEliminar
  5. Maravillosas fotos, deseando estoy de ver las de Bali que me encanta.
    Y sí, carilla agotada se te veía.
    Besazos.

    ResponderEliminar
  6. Los paisajes son preciosos, aunque el clima y las carreteras se las traen, jejeje.
    No es de extrañar tu cara de cansancio, no es para menos. Gracias por enseñarnos tantas fotos y explicarnos el viaje.
    Besos.

    ResponderEliminar
  7. Qué bellos lugares!!! las vistas del amanecer son preciosas!!, vale la pena la levantada tan temprano. Muy lindo todo, aunque conociéndome, me hubiera quedado haciéndote compañía en el hotel jajaja. Es que eso de esas caminadas, en esas condiciones.... no va conmigo, jajaja. Muy lindo todo.
    Besos

    ResponderEliminar
  8. Qué preciosidad de vistas querida Marga, los volcanes impresionan. Pues yo al igual que tu, me habría quedado desayunando en el hotel, que se estaba muy bien en esa piscina!! Gracias por contarnos tan bonito viaje. Espero Bali!! Besotes

    ResponderEliminar
  9. Unos paisajes preciosos, se ve muy bonito. Los volcanes me dan un poco de miedo pero es un viaje digno de recordar. Me encanto el hotel y las habitaciones, estupendo. Muy bonito viaje y muy bien contado.
    Un beso

    ResponderEliminar
  10. Madre mia, Marga, a quien le va a importar que la entrada sea larga, agradecidos estamos , que nos traslades aunque sea virtualmente a estos paraisos, las fotos son preciosas. Cansada??? jajajajjaja, lógico, y quien no??
    Un besote
    Ettore

    ResponderEliminar
  11. Un post fantastico me encantan las fotos que sitios tan rewonitooooooos no me imagino verlo en persona sera mucho mejor.
    Bicos mil wapisimaaaaaaaaaa.

    ResponderEliminar
  12. Venía buscando receta y me he encontrado con este fantástico reportaje.

    Me has dejado helado con las enzimas de los estómagos de los animalejos... y el monte espectacular!!

    Abrazos

    ResponderEliminar
  13. Hola guapísima !!!
    De largo nada, con lo entretenida que me has tenido :) Un recorrido maravilloso, unas fotor preciosas, preciosisísimas. Tanto verde, tanta naturaleza, de verdad me ha encantado.
    Si hubiera ido a ese vieja, hubiéramos desayunado juntas, y que suban los otros jaja
    Besotes gordos mi niña, deseando me dejas esperando a Bali.

    ResponderEliminar
  14. Cuando los viajes son tan interesantes y encierran tanta belleza, se hacen cortos sentados en la butaca de la casa. Una pasada de viaje Marga. En estos casos el agotamiento siempre es considerable, pero como yo digo siempre, el cansancio acaba pasando, y el recuerdo es para siempre. ¡Me ha encantado!

    Un besín.

    ResponderEliminar
  15. Impresionante viaje, que bonito y que chulada todo, que envidia, jejeje. Oye, a mi se me ha hecho corta la entrada, jejeje...por mi las puedes hacer kilometricas con esas fotazas ;)
    Besotessss

    ResponderEliminar
  16. Siempre es un placer viajar contigo.
    Hoy las fotos me han parecido muy hermosas.
    Besinos.

    ResponderEliminar
  17. Como he disfrutado Marga! Me ha sabido a poco... que gozada de paisajes, que fotos tan hermosas, que reflexiones tan acertadas... somos unos privilegiados!
    Me quedo a la espera de la de Bali, ya se que voy a disfrutar una barbaridad.
    Un bico y buen finde

    ResponderEliminar
  18. que colorido!! y que paisajes!!! Es un viaje inolvidable sin duda, pero leyéndote te juro que ya me agobio, yo tampoco hubiese subido, amos ni por todo el oro del mundo!! me estoy imaginando el olor a azufre, el agobio y .. telita marinera!!!
    Una preciosidad de viaje,tengo una envidia , pero de la mala eh?? de la mala!!

    besos!

    ResponderEliminar
  19. Qué maravilla de paisajes Marga, ya me imagino como lo habrás disfrutado y no es para menos .
    Gracias por hacernos viajar a través de las instantáneas desde el sofá a quien como yo no tenemos la posibilidad de realizar este tipo de viajes.
    Un besazo.

    ResponderEliminar
  20. Gracias Marga por compartir ese viaje precioso. Te sigo hace un tiempo tienes unas entradas buenisimas. Un beso

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Gracias por tomarte el tiempo y la molestia de dejar tu comentario. ¡Me encanta saber que estáis ahí!
Así que ya sabéis: si tenéis algo que decir, hablad ahora... o callad para siempre, (¡que noooo, que es broma, hablad cuando os dé la gana, jejeje!.