Canadá (V): Toronto y Niágara



Y llegamos ya a la última entrada del viaje a la costa Este de Canadá (casi engancho con el viaje de este año). En ella, os voy a contar algunas cosas sobre Toronto, sus alrededores, y las cataratas del Niágara y alguna población cercana.

(Si queréis ver las otras entradas de este viaje, pinchando en los nombres encontraréis las de Québec, Montréal, Lac-á-l'Eau-Claire y Tadoussac, y Ottawa y Mont Tremblant.)



Toronto quizá no sea una ciudad demasiado monumental, pero sí es muy abierta, animada y llena de vida, con una enorme mezcla de culturas. Es mucho más "norteamericana" que Montréal y Québec (de hecho, me recuerda muchísimo a Nueva York, aunque en un tamaño más "manejable") con su centro lleno de rascacielos, y sus barrios residenciales a las afueras. Está situada a la orilla del Lago Ontario, y tiene un clima "un pelín" más suave que la provincia de Québec (aunque, para una española residente en el sureste, sigue haciendo bastante frío).

Pero, antes de adentrarnos en la ciudad, vamos a dar una pequeña vuelta por la provincia.
En una de nuestras excursiones, hicimos el "Crucero de las Mil Islas", un recorrido en barco por la zona en la que se junta el lago Ontario con el río San Lorenzo, limítrofe entre Canadá y Estados Unidos (de hecho, se atraviesa varias veces la frontera, aunque no hay que realizar ningún trámite aduanero).


Toda la zona está salpicada de islas con espectaculares mansiones de verano. Muchas de las islas son privadas.



Nuestro único problema es que, el día en el que hicimos la excursión, el tiempo no acompañaba en absoluto, estaba lluvioso, desagradable, ventoso, frío, y con no demasiada visibilidad.
Esto hizo que el crucero quedara un poco "empañado", puesto que no se podía disfrutar del paisaje, e incluso resultaba muy incómodo ir en cubierta, por lo que pasamos casi todo el rato dentro.
De hecho, se nos hizo un poco largo, y no fue una de las visitas que más nos gustó.
Por lo que he leído en otros lugares, la experiencia cambia completamente cuando el tiempo es bueno, y los comentarios acerca de este crucero son muy positivos, así que recomiendo que, si podéis, tengáis en cuenta las previsiones meteorológicas a la hora de planificar esta excursión. De este modo, seguro que la disfrutaréis mucho más que yo.
Es decir, no es que no recomiende la excursión, sino que aconsejo que, si es posible, elijáis un día con buen tiempo, aunque haga frío.

Y, siguiendo con la provincia de Ontario y las zonas relativamente cercanas a Toronto, vamos ya a visitar las Cataratas del Niágara.


Pero, antes de llegar a las cataratas, tenemos que pasar por el pueblo, Niagara Falls (recordad que estamos en el lado canadiense).
La ciudad está llena de hoteles, cafeterías, restaurantes de comida rápida, tiendas... con letreros de neón, y luces de colores, todo muy al estilo "Las Vegas". No es algo que me atraiga especialmente (más bien todo lo contrario). Pero es necesario ir al pueblo para poder coger el barco y visitar las cataratas, y también resulta útil para comer algo rápido o tomar un café.
Hay también hoteles muy buenos, con vistas a las cataratas. Pero, personalmente, yo no me alojaría aquí, lo haría en Toronto, o, si quisiera estar más cerca de las cataratas, en la cercana Niagara-On-The-Lake.
Y una torre con mirador-observatorio, la Skylon Tower (no subimos, así que no os puedo contar si merece la pena subir o no).
Aquí tenéis una vista del pueblo.


Las cataratas son espectaculares. Como también nos tocó un día nublado y medio lluvioso, la visibilidad no era lo suficientemente buena para apreciarlas en todo su esplendor. Pero, aun así, son impactantes (aunque me sigo quedando con las de Iguazú).
Pueden sobrevolarse con un helicóptero... si el tiempo lo permite, claro (cosa que, en nuestro caso, no se podía ni plantear).
Así que, para verlas más de cerca, recurrimos a la visita en barco.



El barco se acerca muchísimo a la zona de caída de las aguas. El ruido es ensordecedor, y, aunque te proporcionan chubasqueros de plástico, te mojas seguro.
Pero impresionan de verdad.


Como podéis ver por la línea de "puntitos color fucsia" (o sea, gente con chubasquero) que suben por la ladera, también se pueden recorrer a pie, y pasar al lado estadounidense, a través de un puente.
Es fácil cruzar, aunque se necesita pasaporte.


Aquí, otra perspectiva de las cataratas, desde la zona más alta, donde empieza la caída de las aguas.


La corriente es fuerte, así que es conveniente ser prudentes y no subirse al muro a hacerse "selfies" y esas cosas, jajajaja.
Como en este mundo hay gente para todo, hay quienes se han lanzado por las cataratas del Niágara a bordo de los artefactos más peregrinos, con la idea de pasar a la historia, o de batir marcas, o de conseguir fama. Desde una que se tiró dentro de un barril de madera (y sobrevivió), hasta uno que saltó en kayak (y no sobrevivió), pasando por uno que se lanzó "a pelo", sin protección, y, aunque parezca increíble, no se mató. En este enlace hablan de todos los que se han lanzado (con voluntad de sobrevivir o no).
Dicen que la parte estadounidense es menos impresionante... y mucho más "Las Vegas". No lo sé, porque no cruzamos.


Y después de ver las cataratas, no podemos perdernos la visita a Niagara-on-the-Lake, pequeña población situada a pocos kilómetros.
Como ya comenté en otra entrada, la provincia de Ontario está más al sur, y, por eso, aquí pudimos disfrutar del colorido del otoño en todo su esplendor (en Québec ya habían caído muchas hojas).



Los autobuses grandes suelen parar en un aparcamiento a pocos kilómetros del pueblo, al que se llega, bien caminando, o en un minibus.
El paseo, como se puede ver, resulta muy agradable.
(Ya, ya sé que estoy muy pesadita con las fotos del otoño, pero es que, en el lugar donde vivo, es muy difícil encontrar este colorido. En otras zonas de España, sí, pero en Alicante, prácticamente imposible).


Y llegamos ya al pueblo en sí. No es muy grande, y está cuidadísimo. Sus casas recuerdan a la Inglaterra de los siglos XVIII y XIX.
Para algunos, quizá resulte demasiado "perfecto", pero hay que reconocer que tiene mucho encanto. No niego que todo está muy planificado de cara al turismo, pero, al menos, es un lugar que merece la pena ver, y supone un enorme contraste al cutrerío masificado de Niagara Falls, con una calidad muy superior.
Ésta es la fachada del Hotel "Prince of Wales".


En la calle principal, y las callecitas perpendiculares, hay muchas tiendas de ropa, antigüedades, artesanía, y recuerdos de buena calidad.


Se puede dar un paseíto en coches de caballos.



Cómo no, nos encontramos con la omnipresente decoración de Halloween, jajajaja.


También hay destilerías de "vino de hielo", muy tradicional en la zona. Se elabora, como la sidra de hielo de la que hablé en la entrada de Québec, con uvas congeladas o semicongeladas; y es un vino dulce, muy apropiado para acompañar postres, y también para tomar con patés.
Eso sí, el precio es elevado.



En el casco histórico hay muchas posibilidades de alojamiento, desde el típico "bed and breakfast" hasta pequeños hoteles de lujo, con spa y otros servicios.


Como veis, pasear por este pueblo es todo un viaje a otros tiempos....



Niagara-on-the-Lake, como su propio nombre indica, se encuentra a orillas del lago Ontario.


Y, además del recorrido por las calles del pueblo, también podemos dar un paseo muy relajante por estas orillas.


Y, tras este pequeño recorrido por los alrededores (no disponíamos de más tiempo), vamos a centrarnos ya en Toronto. Ésta es la vista del centro de la ciudad, desde el lago Ontario.



Ya he comentado que Toronto no es una ciudad excesivamente monumental, pero sí muy interesante y entretenida, con mucho que ver y disfrutar. Así que vamos a dar un pequeño paseo por sus calles y lugares más destacados.

Este edificio -uno de los más antiguos de la ciudad- es la sede del Parlamento de Ontario (asamblea legislativa).



Hicimos un pequeño recorrido por el interior (la entrada es gratuita, salvo para algunas visitas teatralizadas o que ofrecen otros servicios). Ésta es la escalera principal.



Aquí tenemos los dos edificios del Ayuntamiento. El viejo:



Y el nuevo, con su cartelito indicativo de dónde estamos, jejeje.



El edificio más conocido de Toronto, símbolo de la ciudad, es la CN Tower.
(También con su letrerito identificativo, a los que tan aficionados son en esta zona...).


La torre, incluida la antena, mide unos 554 metros, así que, como se puede observar, resulta complicadísimo fotografiarla entera desde la base.
Hasta 2010, fue la torre más alta del mundo.


En esta foto, tomada a mayor distancia, se aprecia mejor la forma de la torre.



Unos ascensores muy rápidos (cuidado con los oídos, podéis notar la presión) nos llevan a la plataforma-observatorio, que está situada a 346 metros de altura. Como os podéis imaginar, las vistas de la ciudad son absolutamente espectaculares.



En esta imagen se aprecia muy bien el tipo de estructura urbana de Toronto: un centro comercial-administrativo, con edificios muy altos, y las zonas residenciales que rodean ese centro, compuestas de casas bajas, normalmente viviendas unifamiliares adosadas o chalets individuales, y de algún edificio de viviendas con menor altura que los del centro.


El día estaba pelín oscurito, aunque, afortunadamente, no nos impidió disfrutar del panorama.


Y aquí, unas vistas al lago Ontario.



En esta plataforma circular, algunas de las ventanas son completas: los cristales llegan desde el techo al suelo. Os puedo asegurar que impresionan: yo no tengo vértigo, pero, en un primer momento, me mareé un poco al verlas.
Ni que decir tiene que, si padecéis vértigo, os recomiendo que NO subáis a lo alto de la torre. Pero, si no lo tenéis, es una de las visitas indispensables en Toronto.

Hay otra plataforma de observación más pequeña, justo en la base de la antena, a 447 metros, para la que se necesita comprar una entrada independiente. Nosotros no subimos.



Y aquí podemos apreciar una de las principales atracciones de la torre: la zona del suelo de cristal.



Una bonita panorámica del suelo... a 342 metros de altura.
Un panel colgado en la pared explica, con ejemplos gráficos, la enorme seguridad y resistencia de este suelo. Pero, por muchas garantías que nos den (que si soporta el peso de catorce hipopótamos, o de tres ballenas, o de no sé cuantos renos, y demás...), impone respeto, os lo aseguro (la foto no le hace justicia). Hay quien no se atreve ni a poner un pie, y lo entiendo, porque a mí me costó al principio, aunque me dio más angustia, como dije, la ventana completa.
Hay también un restaurante en una planta superior, a 352 metros de altura, con vistas de 360º (es giratorio), y una cafetería en la misma planta de las vistas panorámicas.
Y, para los extremadamente valientes, y siempre que no haya tormenta eléctrica, vientos fuertes o condiciones climáticas duras, existe también la posibilidad de hacer un recorrido POR EL BORDE EXTERNO DE LA VALLA PROTECTORA, a una altura de 356 metros, sujetos por un arnés. Aquí tenéis la información... yo, ni harta de la droga más potente sería capaz de hacerlo, pero igual alguno os animáis, jajaja.

En la planta baja, encontraréis otro café, y tiendas de regalos y recuerdos.

Otro punto a tener en cuenta en Toronto es el Mercado St. Lawrence.


Este mercado funciona como tal, y también, al estilo de los "mercados gastronómicos" que ahora están de moda en España, ofrece la posibilidad de picar algo o hacer una comida ligera, degustando los productos que se venden. Los domingos, además, hay una especie de "rastrillo" de antigüedades.
Peeero...tiene un pequeño inconveniente: cierra los lunes. Adivinad qué día era cuando intentamos visitarlo, jajajaja.
(Por este motivo, acabamos comiendo en el Mövenpick).
Así que sólo pudimos verlo por fuera. Sin embargo, me cuentan que es un lugar muy recomendable, por lo tanto, si vais en un día que no sea lunes, no os lo perdáis.

Vamos a callejear un poquito por Toronto. En el centro, como vemos, coexisten los rascacielos con edificaciones más antiguas, de los siglos XIX y primera parte del XX.


Parece que en Canadá gustan mucho los trampantojos en las fachadas antiguas... (éste está en la parte trasera del "Flatiron").



Cerca del mercado St. Lawrence, en la plaza de Berczy Park, nos encontramos con esta fuente, la "Dog Fountain".
No, los perros no son de verdad, forman parte de la decoración de la fuente. (Y hay también un gato, sólo uno).



En esta zona encontramos muchos cafés, bares, y pequeñas tiendas.



Y aquí tenemos el "Flatiron"de Toronto. Con este nombre se designa a unos edificios altos, largos y estrechos, de los que el más famoso es el "Flatiron" de Nueva York.
Pero el de Toronto es también muy llamativo e interesante. Fue concluido en 1882, e inicialmente era la sede de una destilería, aunque posteriormente se vendió a otros propietarios.


Hoy, después de ser declarado "Edificio Histórico Nacional", es un edificio de oficinas, en el que también hay un "pub" en la planta baja.



Aquí se aprecia muy bien el contraste entre los modernos rascacielos y el Flatiron.



Toronto también dispone de otra red comercial cubierta, en gran parte subterránea, similar al RESO  de Montréal (del que ya os hablé en su día). Se llama PATH.
Y, por las mismas razones que en Montréal, resulta muy cómoda para salir de compras o a comer, para evitar las bajas temperaturas. A través de calles cubiertas, del metro, y de pasadizos subterráneos, se conectan numerosos edificios de oficinas, hoteles, comercios...
Uno de los puntos de esta red es Brookfield Place. 
Allí se encuentran muchas oficinas, tiendas, cafeterías y restaurantes. Nosotros escogimos, para comer, el  Marché Movenpick, un restaurante tipo mercado que presenta distintas opciones gastronómicas: zonas de ensaladas, panadería, sándwiches, pasta, grill, cocina tailandesa, japonesa, vegetariana, postres, frutas, bebidas y café.  Al entrar, te entregan una tarjeta; uno va eligiendo en los distintos puestos, cuando eliges te lo marcan en la tarjeta, después escoges una mesa para comer, y se paga al final, a la salida. Me pareció una alternativa más sana y más rica a la tradicional comida rápida.



Otra visita imprescindible en nuestro recorrido por Toronto es el Distrito de las Destilerías ("Distillery District").


Este barrio era, a finales del siglo XIX, una zona industrial, en cuyas naves de ladrillo se situaban las destilerías y licorerías de la ciudad. Básicamente, se elaboraba whisky, aunque también se fabricaban otros licores.
A lo largo del siglo XX, estas fábricas fueron cayendo, paulatinamente, en el abandono, y la zona se fue degradando.
Pero, a finales del siglo XX-principios del XXI, se decidió rehabilitar este barrio. La zona fue declarada "Sitio Nacional Histórico" de Canadá, las naves se restauraron, y el sitio de las destilerías fue ocupado por bares, restaurantes, galerías de arte, tiendas de diseño, estudios de artistas... Incluso una fantástica tienda de chocolates.



Por eso, se ha convertido en una de las zonas más pintorescas y animadas de Toronto.


Aquí, una de las múltiples cervecerías de la zona.



Este letrerito, hecho con candados, que dice "Love", es una de las imágenes emblemáticas del distrito.
Me parece mucho mejor lugar para colocar los típicos candaditos "del amor" que las barandillas de los puentes, donde, en muchos casos, acaban ocasionando problemas. En este caso, en cambio, la verdad es que el cartelito queda estupendo.



Aparte de comer, beber, comprar y pasear, se puede aprovechar para recorrer este distrito en "segway", esta especie de patinete eléctrico que veis aquí.
Actividad al alcance de todos los públicos: doy fe, porque quienes me conocen saben lo torpe que soy, y sin embargo no tuve ningún problema.
Es muy divertido, no tiene apenas riesgo, y, en esta zona, como casi no hay tráfico, resulta muy cómodo de utilizar.
Si no tenéis ni idea, y no habéis subido nunca a un cacharro de éstos, tranquilos: antes de salir, el monitor-guía explica cómo funciona y lo que hay que hacer, y también se practica un ratito.
Nuestro tour estaba contratado con esta empresa. Nos gustó mucho.



En cuanto al alojamiento, esta vez nos hospedamos en el Chelsea Hotel, en pleno centro de la ciudad. Un hotel muy cómodo y funcional, enorme, y muy bien situado.
Aparte del alojamiento, de los servicios del hotel sólo utilizamos el desayuno, correcto, sin nada destacable. El café es regular, pero siempre se puede recurrir a pedir un "espresso" en la cafetería contigua y llevárselo a la zona de desayunos (no tuvimos problema en hacerlo).
Además, en los alrededores del hotel hay muchísimos cafés, bares y restaurantes, tanto de comida rápida como de mayor calidad. La oferta gastronómica en Toronto es muy variada; con tantas culturas diferentes que convergen en esta ciudad, se pueden encontrar restaurantes con todo tipo de cocina: japonesa, tailandesa, china, italiana, india, "de fusión"...
Nosotros cenamos en un restaurante portugués, enfrente del hotel, "Adega" (que significa "bodega"). Yo viví durante más de 17 años al lado de Portugal, y soy una enamorada del país y de su cocina, así que disfruté mucho de la cena en este lugar. Los platos son de excelente calidad, hay muy buenos vinos portugueses, y, además, apetecía ya cambiar un poco de estilo culinario, jajajaja.

Cerca del hotel se encuentra una importante zona comercial: la calle Yonge (la más importante de Toronto), y Dundas Square.


Aquí, aparte de otras muchas tiendas, está situado el Toronto Eaton Centre, un enorme centro comercial, con las principales firmas canadienses e internacionales de ropa, deportes, electrónica, complementos, y restaurantes y cafeterías. En la entrada hay un plano con la localización de las tiendas; os será útil.

Ésta era la vista nocturna desde nuestra habitación del hotel.




Y, en fin, hemos llegado al final de nuestro viaje a la costa este de Canadá. Nos fuimos con pena, porque es un país que nos ha enamorado, y al que nos encantará volver.


¡Hasta el próximo viaje! (que, si todo va bien, será pronto).

Comentarios

  1. Me a gustado mucho, un recorrido muy ameno y disfrutasteis a tope.No hay mas que verlo.Un besito y ya estaremos en contacto.Doris

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    1. Muchas gracias, Doris, me alegro de que te haya gustado. Besos.

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  2. Unas fotos espectaculares y un recorrido envidiable ¡Besos mil!

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  3. Marga ¡Qué bonito, Toronto entero! Jajajaja. Bromas a parte, que seguro este chiste fácil lo oiríais hasta el hartazgo durante vuestra estancia allí, me ha encantado todo lo que nos cuentas, eres una guía turística estupenda, escueta y concisa, lo que interesa cuando uno necesita saber determinadas cosas antes de visitar algún sitio.
    Deseando conocer vuestro próximo destino, feliz fin de semana.

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    1. Jajajaja, lo de Torontontero se lo decíamos a nuestra guía, una canadiense majísima, y se reía, aunque yo creo que no pillaba del todo el chiste...
      Pero sí, lo soltamos varias veces, sobre todo desde lo alto de la CN Tower (desde donde es evidente que se veía Toronto entero, jajajajaja).
      Gracias por tus palabras, me alegro de que te guste. Un beso.

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  4. Que bonito todo , que color tiene esos arboles mas bonitos besitos

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  5. Me encanta todo morguix...lo cuentas tal cual...las fotos preciosas, las casas....Todo en si es una pasada y las cataratas ....belleza total,todo en si divino. Una gozada de viaje. besinos wapa

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    1. Gracias, guapísima. El viaje fue una maravilla.
      Un besote.

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  6. Solo por ver los colores de los árboles, esas cataratas y esas ciudades, ya merece la pena ir. Amén de otras cosas claro.
    Un beso.

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    1. La verdad es que el otoño es una maravilla en Canadá. El invierno ya tiene que ser más durito para nosotros, jajaja.
      Un beso, guapa.

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  7. Maravillada me quedo con tu viaje y con tus fotos, qué colorido y cuanta cosa bonita has visto, es oro para nuestras retinas, yo acabo de llegar de viaje tambien y es un chute de cosas bonitas.
    Besitos guapa

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    1. De vez en cuando, y en cuanto podamos, hay que viajar. Desconectamos, y conocemos lugares maravillosos. Aunque no sea muy lejos de casa, siempre es un placer.
      Un besote, guapa.

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  8. Espectacular!!!! Pedazo viaje, qué fotones y qué colorido , me ha encantado todo ,muchísimas gracias! :)

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    1. Muchísimas gracias a ti por tus palabras, guapísima. Besos.

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  9. Soñamos con descubrir Canadá y estamos mirando cuando podríamos ir. Viendo y leyendo tu reportaje me confirma que es un circuito que nos encantará y seguro nos costará mucho volver a casa jajaja
    Qué bien tener el próximo viaje ya a la vista!!!
    Besos y feliz fin de semana,
    Palmira

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    1. Pues no os lo perdáis, porque disfrutaréis mucho.
      Un besote, guapa.

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  10. Espectacular!....veo que aprovechaste muy bien el viaje!!.....Abrazotes, Marcela

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    1. Muchas gracias, Marcela. Tú conoces bien aquellas tierras, jejejeje.
      Un beso.

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  11. Hola Marga, las fotos son geniales, quién pudiera darse un viajecito así de vez en cuando, me encantan los colores del otoño que nos traes
    Un besito

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    1. Gracias, guapísima. La verdad es que ya va apeteciendo un poquito de otoño, jejeje. Besos.

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  12. Hola, Marga:

    ¡Qué maravilla de viaje! Me había perdido varias entradas que acabo de leer, para culminar el viaje con este artículo. Indudablemente, ver las cataratas de cerca debe ser algo impresionante, pues ya lo son las fotos. No puedo ni imaginarme la emoción que se siente al estar ahí, tan cerca. Las fotos de los árboles, con esas maravillosas tonalidades en sus hojas, me han encantado. Además, las tiendas de ropa y antigüedades parecen muy cuidadas, con los productos colocados con esmero. Aunque me imagino que si llego a hacer el viaje, lo mismo ni las hubiera visitado, pues tiendo a visitar museos, "embobarme" con la arquitectura de la zona y el paisaje.
    Gracias por tus artículos, consigues que disfrute y viaje mentalmente con ellos, y en estos momentos me viene de maravilla.
    Besos y feliz fin de semana.

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    1. Gracias a ti por tus palabras. Espero que estés mejor, guapa.
      Un beso.

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  13. Maravilla de viaje, qué envidia, jjj BSS guapa!

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  14. ¡Mira que te has ido lejos! Pero, por lo que deduzco de tus fotos, el viaje ha tenido que ser una maravilla.
    Yo también me apuntaría a ese menú portugués, su comida es abundante, variada y rica, me encanta Portugal, como verás su cocina llega hasta Toronto ¡qué alegría te habrá dado encontrar ese restaurante!
    Tan variado es el reportaje que compartes con nosotros que, por un momento, hasta me he visto contemplando sus calles y monumentos.
    Tienes una foto en un campo otoñal preciosa, además de estar muy guapa, bien la podías enmarcar, estás de postal para felicitar las Pascuas con ella.
    Felicitaciones por todo.
    Cariños.
    Kasioles

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    1. Sí,en Toronto hay muchos portugueses, y la verdad es que su cocina siempre es bien recibida...
      Me alegro de que te haya gustado mi reportaje. Muchísimas gracias, guapa, y un beso.

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