En esta tercera crónica voy a hablar, sobre todo, de Kusatsu (y sus aguas termales), y Nikko, tanto de la zona de los templos como del parque natural (acordaos de que las fotos se ven mejor pinchando sobre ellas)
Pero antes de llegar a Kusatsu hicimos
escala en este pequeño pueblo, inmaculadamente limpio y ordenado.
Un pueblo muy tranquilo, con su pequeño templo...
...sus casas de madera...
... sus pequeños jardines japoneses en las casas...
...y sus tiendas con frutas, setas, miel, nueces...
Y ya, casi oscureciendo, llegamos a Kusatsu. Es una pequeña ciudad, que a mí me recordaba mucho, por el tipo de edificaciones, a una estación de esquí. De hecho, está en zona montañosa, y fue el punto en el que pasamos más frío de todo el viaje.
Éstas son las vistas desde nuestra habitación, al amanecer (por algo estamos en el "país del Sol Naciente", 😜)
Kusatsu es famosa por sus “onsen”, o
baños de aguas termales. Los hay públicos y privados; el hotel en el que nos
alojamos tenía sus propios baños (ésta es su página, aunque no es muy detallada)
Son aguas muy ricas en minerales, y que
tienen una temperatura bastante alta, por lo que los baños han de ser de corta
duración. En Kusatsu, por lo menos en los baños de nuestro hotel, no olían
demasiado a azufre (en otras ciudades, según me han dicho, muchísimo).
Recomiendo probar los baños, es una
experiencia curiosa y relajante. Eso sí: hay que bañarse desnudos, y los
hombres y las mujeres utilizan baños diferentes. Para los japoneses, es algo de lo más natural, así que no os preocupéis: ni nos miran. 😉 Da igual que no tengamos "cuerpos 10", a nadie le importa.
Después del baño, la gente aprovecha para
relajarse y arreglarse: hay salas con tocadores individuales en los que te
encuentras botes de champú, acondicionador, crema hidratante corporal,
secadores de pelo, y en los de hombres, maquinillas desechables, y crema y
loción para el afeitado.
En la habitación del hotel te proporcionan lo que nosotros llamaríamos "kimono", pero que en realidad es una "yukata" (el kimono es mucho más complicado de poner).
Cada habitación está equipada con varias "yukatas" para
hombre y varias para mujer, de distintos largos según la altura. Eso sí: si sois muy altos, tendréis que llevarlos “minifalderos”:
para hombres de 1,90, por ejemplo, no hay yukata. Creo que el más grande era para 1,75 o 1,80: los japoneses no son especialmente altos, en general.
Y lo normal es que todo el mundo se ponga
su "yukata" y se pasee con ella mientras dura su estancia en el hotel. El personal
es muy amable, y va a la habitación a enseñarte cómo se pone (por ejemplo, las
señoras han de atarse el cinturón a un lado o por detrás, nunca por delante,
porque eso se considera propio de mujeres de vida "alegre" 😄, y hay que cruzar la parte izquierda sobre la derecha). Va con su chaquetita combinada, así que no se pasa
frío.
Por lo que nos comentaron, la clave del kimono y de la yukata es mantener las líneas rectas, así que, cuando se pone bien, se hacen los dobleces y fajados que hagan falta para que su caída sea recta.
Afortunadamente, en general, las japonesas no suelen tener gran "poderío pectoral", por lo que les resulta más fácil conseguir el efecto deseado. En mi caso, por ejemplo, es prácticamente imposible 😝
Por lo que nos comentaron, la clave del kimono y de la yukata es mantener las líneas rectas, así que, cuando se pone bien, se hacen los dobleces y fajados que hagan falta para que su caída sea recta.
Afortunadamente, en general, las japonesas no suelen tener gran "poderío pectoral", por lo que les resulta más fácil conseguir el efecto deseado. En mi caso, por ejemplo, es prácticamente imposible 😝
Las habitaciones son de estilo japonés.
Se duerme en un futón, que a mí no me resultó incómodo… eso sí, la almohada de
trigo sarraceno estaba como una piedra, 😡
(Lo de la mesita del fondo es un hervidor de agua; en general, todas las habitaciones de hotel lo tenían, para hacerse un té o una infusión. Y en el armario abierto podéis ver las yukatas dobladas, con sus zapatillas)
En las habitaciones hay que andar descalzo, porque el suelo es de tatami, y se deteriora si se pisa con calzado. Para andar por el hotel, con la yukata proporcionan una especie de chanclas especiales.
En este hotel tuvimos una cena japonesa "especial". Estaba compuesta por sopa de miso (cómo no), sushi, sashimi, carne a la plancha en una barbacoa individual, que se calentaba con una vela (en la foto se puede ver)...
Los alimentos crudos se presentaban metidos en una especie de "mini-iglú", hecho de hielo, que los conservaba frescos.
Aquí, un detalle de uno de los platos.
(Lo de la mesita del fondo es un hervidor de agua; en general, todas las habitaciones de hotel lo tenían, para hacerse un té o una infusión. Y en el armario abierto podéis ver las yukatas dobladas, con sus zapatillas)
En las habitaciones hay que andar descalzo, porque el suelo es de tatami, y se deteriora si se pisa con calzado. Para andar por el hotel, con la yukata proporcionan una especie de chanclas especiales.
En este hotel tuvimos una cena japonesa "especial". Estaba compuesta por sopa de miso (cómo no), sushi, sashimi, carne a la plancha en una barbacoa individual, que se calentaba con una vela (en la foto se puede ver)...
Los alimentos crudos se presentaban metidos en una especie de "mini-iglú", hecho de hielo, que los conservaba frescos.
Aquí, un detalle de uno de los platos.
El pescadito ése no logré comérmelo, lo demás estaba bueno.
Desde Kusatsu nos dirigimos a la zona del Parque Nacional de Nikko.
Los templos y santuarios de Nikko (la foto que abre esta entrada muestra uno de ellos) son Patrimonio de la Humanidad, pero, además, todo el entorno natural en el que se encuentran es digno de una visita: una maravilla. Sobre todo, en otoño, cuando las hojas de los árboles despliegan toda su variedad de colorido.
En nuestro recorrido, atravesamos la población de Nikko, subimos hacia las montañas por una carretera llena de curvas, que discurre por una zona cubierta de bosques. Y, en esta época, encontramos todas las tonalidades del amarillo, ocre, cobre, y rojizo, además de algunos árboles que aún se mantienen verdes o que son de hoja perenne.
Bajamos después hacia el lago Chuzen-ji. Este lago tiene unas aguas de un precioso color azul, y está rodeado de un paisaje impresionante.
En esos pequeños barquitos, se puede hacer un recorrido por el lago.
Los bosques de la orilla también despliegan su colorido otoñal...
Y desde el lago, vamos a subir al mirador de las cataratas Kegon.
En esta zona, aparte de un ascensor que te lleva al pie de las cataratas (pagando), hay pequeños restaurantitos y puestos de comida variada: comida japonesa, hamburguesas, curry, helados...
Por lo visto, es una catarata que atrae muchos suicidas, por lo que está ahora mismo muy vallado el acceso, y el mirador...
A la derecha podéis ver la valla.
Y, ya después de "reponer fuerzas", vamos al complejo de santuarios y templos de Nikko.
Los primeros templos datan del siglo VIII, aunque su mayor esplendor se produjo a partir del siglo XVII, con la dinastía Tokugawa (como veis, por todas partes acaban apareciendo los Tokugawa).
Hay tanto templos sintoístas como budistas dentro del complejo, aunque el santuario es fundamentalmente sintoísta.
Por este camino se accede a la zona de los templos. Estas pequeñas casitas son linternas, que se iluminan en fechas señaladas.
Y ésta es la entrada a los templos, con la puerta tradicional japonesa (sintoísta).
Algunos de estos edificios son templos, otros son mausoleos que contienen las cenizas de shogunes de la dinastía Tokugawa.
Pero todos están ricamente decorados, con dorados, tallas en madera, y policromía.
En esta foto podéis ver un detalle de uno de los relieves en madera de uno de los templos. Son los famosos monos que representan los principios budistas de no ver, no oír y no decir maldades:
Y ésta es la pagoda budista de cinco pisos, que ha resistido numerosos terremotos y sigue en pie.
Aquí podéis ver la puerta Yomeimon, con tallas de animales mitológicos. Está en restauración, así que solamente se puede apreciar la parte de la entrada.
En una zona lateral, y después de subir unos 250 escalones (cosa que se puede hacer perfectamente, siempre que no estéis acatarrados y pretendáis subirlos a toda velocidad, como hice yo, porque os quedaréis sin aire), está el mausoleo donde fue enterrado Ieyasu Tokugawa, el fundador de la dinastía.
Como veis, merece la pena no perderse Nikko si visitáis Japón, incluso si sólo vais a Tokio, porque no está demasiado lejos y la excursión puede hacerse en un solo día.
Llegados a este punto, conviene hacer una parada...
... y esperar a la siguiente crónica, en la que ya llegaremos a Tokio.
Espero que os haya gustado.
Desde Kusatsu nos dirigimos a la zona del Parque Nacional de Nikko.
Los templos y santuarios de Nikko (la foto que abre esta entrada muestra uno de ellos) son Patrimonio de la Humanidad, pero, además, todo el entorno natural en el que se encuentran es digno de una visita: una maravilla. Sobre todo, en otoño, cuando las hojas de los árboles despliegan toda su variedad de colorido.
En nuestro recorrido, atravesamos la población de Nikko, subimos hacia las montañas por una carretera llena de curvas, que discurre por una zona cubierta de bosques. Y, en esta época, encontramos todas las tonalidades del amarillo, ocre, cobre, y rojizo, además de algunos árboles que aún se mantienen verdes o que son de hoja perenne.
Bajamos después hacia el lago Chuzen-ji. Este lago tiene unas aguas de un precioso color azul, y está rodeado de un paisaje impresionante.
En esos pequeños barquitos, se puede hacer un recorrido por el lago.
Los bosques de la orilla también despliegan su colorido otoñal...
Y desde el lago, vamos a subir al mirador de las cataratas Kegon.
En esta zona, aparte de un ascensor que te lleva al pie de las cataratas (pagando), hay pequeños restaurantitos y puestos de comida variada: comida japonesa, hamburguesas, curry, helados...
Por lo visto, es una catarata que atrae muchos suicidas, por lo que está ahora mismo muy vallado el acceso, y el mirador...
A la derecha podéis ver la valla.
Y, ya después de "reponer fuerzas", vamos al complejo de santuarios y templos de Nikko.
Los primeros templos datan del siglo VIII, aunque su mayor esplendor se produjo a partir del siglo XVII, con la dinastía Tokugawa (como veis, por todas partes acaban apareciendo los Tokugawa).
Hay tanto templos sintoístas como budistas dentro del complejo, aunque el santuario es fundamentalmente sintoísta.
Por este camino se accede a la zona de los templos. Estas pequeñas casitas son linternas, que se iluminan en fechas señaladas.
Y ésta es la entrada a los templos, con la puerta tradicional japonesa (sintoísta).
Algunos de estos edificios son templos, otros son mausoleos que contienen las cenizas de shogunes de la dinastía Tokugawa.
Pero todos están ricamente decorados, con dorados, tallas en madera, y policromía.
En esta foto podéis ver un detalle de uno de los relieves en madera de uno de los templos. Son los famosos monos que representan los principios budistas de no ver, no oír y no decir maldades:
Y ésta es la pagoda budista de cinco pisos, que ha resistido numerosos terremotos y sigue en pie.
Aquí podéis ver la puerta Yomeimon, con tallas de animales mitológicos. Está en restauración, así que solamente se puede apreciar la parte de la entrada.
En una zona lateral, y después de subir unos 250 escalones (cosa que se puede hacer perfectamente, siempre que no estéis acatarrados y pretendáis subirlos a toda velocidad, como hice yo, porque os quedaréis sin aire), está el mausoleo donde fue enterrado Ieyasu Tokugawa, el fundador de la dinastía.
Como veis, merece la pena no perderse Nikko si visitáis Japón, incluso si sólo vais a Tokio, porque no está demasiado lejos y la excursión puede hacerse en un solo día.
Llegados a este punto, conviene hacer una parada...
... y esperar a la siguiente crónica, en la que ya llegaremos a Tokio.
Espero que os haya gustado.
Marga, es alucinante todo lo que nos enseñas, que cultura tan bonita y qué limpio está todo. Lo de los baños me recuerda las aventuras de Shin-Chan, jajajaja...
ResponderEliminarYo creo que tampoco habría comido el pescadito, es más creo que a pesar de ser buena comedora, el pescado crudo no lo paso ni con los ojos cerrados, jajaja...
Besos, y espero la continuación, ¿porque habrá más, no?
Que bonito todo , las casas son muy bonitas y las flores que cuidada me gusta todo , besitos
ResponderEliminarque pasada de viaje ¡¡¡¡ me encanta la cultura japonesa ¡¡¡ un besote enorme guapísima
ResponderEliminarMe ha encantado Marga. Un viaje de ensueño, porque es hablar de culturas y costumbres tan distintas, que es ir de sorpresa en sorpresa de continuo, y eso es lo que más pueda atraer de un viaje. Iré a ver la segunda "entrega", porque me la perdí.
ResponderEliminar¡¡¡Felices fiestas en compañía de todos tus seres queridos!!.
Un besín.
Nos has traido japón a casa y para las que no podemos ir, al menos por el momento, es un consuelo ver la belleza que tiene.
ResponderEliminarBss
Hola guapísima !!!
ResponderEliminarMe tienes como Sheresade al sultán, embobadita perdida jajaja
Precioso de verdad Marga, aunque tengamos acceso a programas como callejeros viajeros o españoles por el mundo, así contado por tí es como más cercano. Lo que a uno le llama la atención a otro no, pero a mí todo lo que nos enseñas me encanta.
Muy guapos con vuestros kimonos. El iglú monísimo de la muerte y el pescadito también me lo hubiera dejado jaja. Hasta los pueblos están tan ordenados, que parece que no vive nadie ¿verdad?
Brutal la Naturaleza, esplendor al máximo.
Me imagino que con las fiestas, te darás un respiro, pero que sepas que entre turrones y polvorones, recibo tu entrada con la mayor de las alegrías.
Besotes mi niña.
Marga, le con detalle todo lo que nos cuentas, no quiero perderme nada. Qué chulo poder disfruta de una cultura tan diferente a la nuestra, bueno, lo que no veo tan chulo es lo de las almohadas...
ResponderEliminarTe deseo que pases unas felices fiestas!!
Abrazos
He estado fuera casi tres semanas y la wiffi no se quiso portar bien conmigo jaja...asi que apenas podía publicar , con lo cual, me perdí muchas cosas y entre ellas tus crónicas viajeras, pero ya mismo retomo y me leo las anteriores de pé a pá que ya sabes que soy fan incondicional de tus andanzas.
ResponderEliminarMe encanta como lo transmites que hasta pareciera que yo estuviera ahí.
Gracias por compartirlo Marga.
Te deseo una Feliz Navidad !!!
Un abrazo.
Es muy curioso lo de los kimonos, como no lo sepas y te lo abroches por delante entonces te toman por lo que no eres, jajaja.
ResponderEliminarUnas fotos preciosas, esos bosques tan bonitos en esta época transmiten mucha paz.
Gracias por compartir este viaje con nosotras, aunque siempre es mejor verlo in situ.
Besos.
Estimada Marga, otro año más que he podido viajar a través de tus experiencias por esos mundos desconocidos a los que no podría ir por temas de salud. No sabes lo feliz que me hace leer tus textos y ver tus imágenes. Artículos como este en los que ilustras de maravilla lo acontecido y narras de tal forma que haces volar mi imaginación. ¡Gracias!
ResponderEliminarAprovecho para desearte unas felices fiestas y que el 2017 sea maravilloso para ti y todos tus seres queridos.
Besos.
Un viaje espectacular y las fotos muy bonitas, Marga. Aprovecho para felicitarte la Navidad y mis mejores deseos para el año que entra.
ResponderEliminarUn abrazo grande
¡Pero que linda estás!
ResponderEliminarEsta entrada es preciosa y se podía comentar largo, todas las fotos son preciosas.
Pero siento no tener tiempo, te darás cuenta de que llevo semanas sin publicar.
De todas formas, vengo a visitarte para desearte una muy FELIZ NAVIDAD en la compañía de tus familiares y amigos.
Cariños en abrazos.
kasioles
Un bonito viaje, Feliz Navidad besos
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