Brasil (II): Manaos y crucero por el Amazonas




Y llega la segunda crónica de nuestro viaje brasileño. Esta vez, con algo más especial, menos masificado y más tranquilo: un crucero de cuatro días por el Amazonas.
Nunca he sido yo muy de cruceros: me mareo en los barcos, y me asustan las aguas intranquilas, por un lado (vamos, que soy un poquito "de secano"); y, por otro, los enormes barcos que realizan los cruceros por el Mediterráneo o el Caribe me agobian terriblemente. Sólo he hecho dos pequeños cruceros, y siempre por ríos: uno en Egipto, por el Nilo, allá por 1992, y éste.
Y debo reconocer que, en mi opinión, ha sido la etapa mejor y más especial de todo el viaje. Nunca lo hubiera imaginado cuando me subí al barco, pero así fue.

Nuestro crucero partía de la ciudad de Manaos, en la que, dado el clima tropical húmedo de la zona, y dado que está situada en plena selva amazónica, hacía un calor sofocante (calor y humedad, mi situación climática "favorita", jajajaja, pero es lo que hay en estos lugares, así que tocaba resignarse).
No puedo contaros mucho de la ciudad, ya que sólo hicimos un pequeño recorrido a pie y en autobús por ella. Pero sí os diré que, a finales del siglo XIX y principios del XX, fue una ciudad riquísima, puesto que era el centro de la explotación del caucho, y en ella residían los millonarios empresarios que se dedicaban a dicha explotación. Por ello, se construyeron edificios lujosos, tanto públicos como privados, y la ciudad gozaba de una intensa vida social y cultural.
Pero, en torno a los años 20 del siglo pasado, la explotación del caucho se desplazó, básicamente, hacia Asia, y Manaos entró en un largo período de decadencia, del que empezó a salir a principios de este siglo.



De esa etapa de lujo y esplendor quedan edificios como el Teatro Amazonas, la Ópera de Manaos, con sus paredes rosadas y blancas, y que a mí me parece de lo más decadente, aunque está perfectamente cuidado y restaurado, y, como podéis ver, en funcionamiento.


En todos nuestros viajes, nos gusta darnos alguna vueltecita por los mercados locales. Y, cómo no, aquí tenéis el mercado de Manaos, también construido en su época de esplendor.


En los puestos se vendían extrañas frutas y verduras tropicales (junto a otras más conocidas para nosotros), hierbas, pescados del Amazonas, y también algunos recuerdos.


Aquí tenéis un puesto con maracuyá, y otras frutas tropicales.



Y, después del recorrido por el mercado, y de reponer fuerzas en un restaurante local con un buffet correcto, nos encaminamos al puerto para tomar el barco. Aquí lo tenéis.




Este velero con motor se llama  "MV Desafío".
Tiene 12 camarotes dobles, todos con su baño privado; o sea, admite 24 viajeros, más el guía y la tripulación. Los camarotes, o bien son interiores con dos camas bajas, o bien dan a la cubierta y tienen una cama baja y otra alta (me tocó la alta, jajajaja). Son pequeños, pero bien equipados.
En nuestro viaje sólo había 17 pasajeros: los 10 de mi grupo, otros 4 españoles, 2 japoneses y una brasileña.
(Si queréis conocer más detalles del barco, pinchad aquí)



La cocina era fantástica: desayuno, comida y cena con un buffet compuesto de platos deliciosos, y también con platos preparados al momento, como los crepes de tapioca, que el cocinero nos enseñó a preparar (y que yo aún no he hecho, aunque grabamos un vídeo con la preparación, para poder hacerlos en España). Las comidas se servían en un comedor bajo cubierta, con ventanales.
La cubierta dispone de un pequeño bar, y de una zona de hamacas con duchas, ideales para pasar los ratos de navegación tomando el sol tranquilamente, leyendo o charlando.
(Una vez más, toca despliegue de pegatinas, porque me olvidé de hacer foto de la cubierta vacía, aunque la verdad es que era difícil no encontrarse a nadie, jajaja).
Además, una vez que el barco empezó a navegar, la temperatura comenzó a resultar mucho más agradable, con la brisa del río.


En cubierta, pudimos disfrutar de los espectaculares atardeceres del río.


El barco cuenta con dos pequeñas canoas para bajar a la orilla y para hacer diversas excursiones, tanto de día como de noche. La primera noche se hizo una excursión para ver cocodrilos, a la que yo no fui porque no me encontraba muy bien. Pero de todas las demás sí participé.
Una de las cosas que más me impresionó fue, precisamente, la navegación nocturna en las canoas, por los distintos ramales del río, que rodeaban las islas Anavilhanas. Cuando se paraba el motor y se apagaban las luces, nos quedábamos todos en silencio, escuchando los sonidos de la selva, en plena oscuridad. Es una sensación impactante, difícil de explicar.
De esos momentos, lógicamente, no tengo fotos ni vídeos: primero, no se vería nada; y, segundo, preferíamos disfrutar del instante. Pero sí hay fotos de las excursiones de día, en las que se puede apreciar la frondosa vegetación de la selva...



En las orillas, nos encontrábamos con monos aulladores, diversos tipos de aves, yacarés...
Eso sí, para los muy "enganchados" a la tecnología: no había ni internet ni cobertura de móvil. Nada.
El barco cuenta con un teléfono vía satélite (al que podrían avisar en caso de emergencia grave, a través de la agencia de viajes), y, en alguno de los pequeños poblados, A VECES, se podía enganchar una mínima cobertura, lo justo para mandar o recibir un whatsapp y poco más. Pero yo no conseguí ni eso.
De todas formas, no viene mal una cierta desconexión de vez en cuando, jajajaja. Sobre todo, cuando sabes que, en caso de que hubiera un problema serio, nos podrían localizar, pero que, de otro modo, no te iban a molestar para nada.


Una de las excursiones consistía en ir a pescar pirañas. Se pescaban con unas "cañas" (nunca mejor dicho) muy rústicas, usando como cebo trocitos de carne cruda.


Al principio, no picaba ni una... pero después, los pescadores progresaron "adecuadamente", y empezaron a capturar muchas. Las pequeñas se devolvían al río, y las más grandes se utilizaron esa noche para hacer una sopa de pescado (que estaba buenísima, por cierto).
Aquí veis parte de nuestras "capturas", en el cubo.



Cuando pescaban alguna y caía al fondo de la canoa, yo me subía al banco: las pirañas tienen dientes afilados como cuchillas, e iban dando coletazos y revolviéndose por el suelo. Yo llevaba chanclas de goma, así que más valía ser previsor.
Para que os hagáis una idea, aquí tenéis una "vista panorámica" de la dentadura de la piraña. Como para no andarse con cuidado...



En otra de las excursiones, nos llevaron a bañarnos con delfines rosados del Amazonas. Nunca en mi vida había visto delfines con ese color.



Al acariciarlos, o si te rozan, la sensación es muy curiosa, porque tienen una piel muy suave. Eso sí, las mandíbulas imponen un poquito, jajajajaja.



Visitamos dos poblados de las orillas.
Según una placa que fotografié, los poblados pertenecen a la tribu Kambeba (la placa está en portugués, pero os la pongo, que creo que se entiende)


En la placa explican que esta tribu construye sus casas en madera, al estilo de los palafitos (y, como podemos ver, así es: están levantadas sobre estacas de madera), y que los tejados tradicionales se hacían con paja, y actualmente también con chapas de aluminio o amianto (lo del amianto da que pensar).


Tratándose de Brasil, y por mucho que estemos en la selva, no podía faltar el campo de fútbol, jajajaja.



Hay también algunos alojamientos rústicos y modestos; eso sí, llenos de colorido.




Por dentro, las casas son bastante sencillas, aunque también tienen sus "adelantos tecnológicos", como esta televisión.



Y aquí tenéis la escuela, que estaba cuidadísima.


En estos poblados viven de la pesca, de una agricultura muy rudimentaria, y también del turismo. Fabrican y venden objetos de artesanía, y también realizan espectáculos de danzas tribales (que, dentro de lo turístico, resultan bastante auténticos, como luego podréis ver en el vídeo que está insertado más abajo).




Y llegamos a la iglesia del poblado. Aunque Brasil es de mayoría católica, hay también muchísimos protestantes.



Aparte de recorrer los poblados, también realizamos algunas caminatas por la selva, aunque no nos internamos demasiado, siempre nos movimos cerca de la orilla y de las poblaciones.
Como podéis ver por mi careto, aquí sí hacía también bastante calor y humedad, además tenemos que ir con los brazos y las piernas cubiertas para evitar picaduras, o mordeduras, o roces con las ramas.


En esas caminatas contábamos con un guía autóctono....que trepaba a los árboles como si de un auténtico mono se tratara, con una agilidad y rapidez increíble, y, como veis, con las manos y pies desnudos. Impresionante.


Los más ágiles y deportistas del grupo lo intentaron, pero no fueron capaces, se resbalaban (yo, por supuesto, ni me acerqué al árbol, jajajaja).

Ya he comentado que estas tribus viven, entre otras cosas, de la venta de sus productos de artesanía. Aquí les veis vendiéndolos: collares, pendientes y pulseras de semillas, animales de madera tallada (policromada o no), atrapasueños...


Y ésta era la pequeña playa-zona de desembarco de uno de los poblados. Aunque las aguas eran un poco oscuritas, son perfectamente aptas para el baño.



El crucero terminaba en el "Encuentro de las aguas".
Muy cerca de Manaos, confluyen los dos ríos que van a formar el Amazonas, el río Negro (llamado así, evidentemente, por el color de sus aguas), y el Solimões (que es el  nombre que recibe el río Amazonas propiamente dicho, en ese tramo, y cuyas aguas tienen un tono más arcilloso y terroso). 
La diferente composición de los minerales disueltos en sus aguas, y la diferente densidad de éstos, hace que, durante 6 kilómetros, las aguas no se mezclen, y ambos ríos corran prácticamente paralelos. 
Lo podéis apreciar perfectamente en esta imagen.


Aquí veis cómo discurren, paralelos el uno al otro, sin mezclarse. Ni las pequeñas olas ni las corrientes los mezclan.


Ésta es una gasolinera flotante, en la zona del río Negro.


Y, tras ver el Encuentro de las Aguas, nuestro barco llegó a puerto, dando por terminada esta etapa del viaje, que nunca olvidaremos.
Os dejo aquí también un pequeño vídeo, con más detalles de este crucero, incluidas las danzas tribales. No es muy largo, así que, si queréis ver algo más del viaje, os gustará.
¡Hasta la siguiente parada!.




Comentarios

  1. Yo tampoco soy de cruceros, pero no me hubiera importado hacer éste, con todos los lugares maravillosos que habéis visitado y el encanto de ser una zona tan distinta a lo que conocemos, lo hace más atractivo aún. Sois afortunados por haberlo vivido.
    Un beso.

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    1. La verdad es que sí, es una suerte poder vivir estas experiencias. Muchas gracias, guapa, y un beso.

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  2. Un viaje para no olvidar , nunca vi un delfin rosado besitos guapa

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  3. Insisto, maravilloso viaje y fotos espectaculares, envidia sana tengo.

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    1. Muchas gracias, guapa. Me quedan dos entregas, las iré intercalando con las publicaciones de recetas.
      Un beso.

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  4. Holaaaa!!!! que interesante blog que tienes,veo que tambien eres de las mías cocinera y viajera, una entrada super interesante la que te acabo de ver,,,,me encanta!!!nos vamos viendo, u abrazo.

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    1. Sí, sí, cocinera y viajera, jejeje. Lo mejor.
      Un beso.

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  5. Marga que viaje tan bonito has hecho, bueno me alegra que lo hayas disfrutado, pero yo y la naturaleza viva no hacemos muy buenas migas, solo pensar en todo lo que me pueda encontrar en esa zonas selváticas, o debajo de las aguas, con esas pirañas y cocodrilos, jajaja, ¡me muerooo! Por no pensar en la diversidad de insectos, y bichos que además del guía, trepan por los árboles, jajaja..., pero tú sigue contando, que desde mi sillón aquí sentada al calor de mi mantita, lo disfruto como si lo hubiera vivido en primera persona, jajaja...
    Besos

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    1. Jajajaja, no te creas que yo soy precisamente Frank de la Jungla, ya te digo que a esta parte del viaje iba con mis prevenciones. Pero he de reconocer que me gustó muchísimo, y no tuve nunca sensación de peligro (salvo cuando la piraña saltaba por el fondo del bote, jajajaja).
      Muchas gracias, y un beso.

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  6. Que belleza!...algun dia ire a Manaos....sabias que en la epoca de oro traian la harina desde Paris para el pan? ....solo he estado en el amazonas boliviano....despues de tu cronica dan ganas de viajar pronto!!!.....Abrazotes, Marcela

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    1. Lo de la harina no lo sabía, sí nos contaron que, como el agua del Amazonas es "oscurita", los millonarios mandaban su ropa a lavar a Portugal... sí que tendría que sobrarles el dinero, jajajaja.
      Es todo una maravilla, si puedes no te lo pierdas.
      Un beso.

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  7. Que envidia mas sana me das ,me encanta leer tus post y ver las fotos de tus viajes ,me alegra que lo hayais disfrutado tanto que belleza de lugar ,yo no soy de cruceros aunque nunca he hecho ninguno no me atrae la idea de estar tanto tiempo en el mar pero despues de ver tus fotos cuatro dias en el amazonas se me pasarian volando.
    Bicos mil y feliz inicio de semana wapa.

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    1. Por el río, el crucero es muy tranquilito: el barco no se mueve nada, y vas navegando plácidamente. Y, como es un barco pequeño, no tienes esa sensación de agobio que dan los cruceros grandes, con cientos de personas metidas en el mismo sitio.
      Muchas gracias, guapa. Besos.

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  8. Como me gusta leer las crónicas de tus viajes y aunque últimamente ando sin tiempo para nada, no quería pasar por aquí sin dejarte comentario , pues ya vi la otra entrada cuando la pusiste pero no me fue posible comentarte.
    Menudo viaje tan bonito Marga !
    Me ha llamado la atención ese delfín, qué guapo, desconocía que existieran de ese color.
    Respecto a las pirañas, hiciste muy bien en ser precavida . A un amigo de mi cuñado , le tajaron dos dedos del pie y no fue posible injertarlos de nuevo. La excursión se les truncó por completo, así que desde que me lo contaron, las asocio con peligro y mira tú por donde que pensé que no eran comestibles jajajaja, mis comeduras de cabeza enfin...
    Bueno me alegro que lo hayas disfrutado y como siempre, te doy las gracias por compartirlo.
    Un abrazo guapa y feliz semana.

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    1. Sí, hay épocas en las que estamos más liados que la pata de un romano, no te preocupes, te comprendo perfectamente. Hay momentos en que no tenemos tiempo ni de respirar.
      Yo tampoco había visto en mi vida un delfín rosado, la verdad es que son muy llamativos.
      Se me han puesto los pelos de punta con lo de la piraña y tu amigo. Mi marido y otros amigos se reían de mí cuando me subía al banco, se lo voy a contar para que vean que no andaba yo tan desencaminada, jajajajaa.
      La sopa, eso sí, estaba rica. Una sopita de pescado, jejeje.
      Un beso, y gracias por tu comentario.

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  9. Hola Marga. Con los reportajes de los viajes que haces estás logrando que aunque no vaya me haga una idea de como deben ser esos lugares. Envidia sí que me das jj aunque creo que en un viaje tan largo no me cogerían.
    No he hecho ningún crucero y no será por falta de ganas pero las obligaciones mandan. sin embargo unos matrimonios con los que salimos todos los años hacen un crucero pero por Europa jj, no dan el salto del charco.
    Este viaje que nos presentas ha tenido que ser fantástico. Conocer esa zona con esos ríos tan grandiosos y con tanta vegetación debe ser algo sensacional.
    Me alegro que lo hayas disfrutado aunque en algunos momentos hayas tomado tus precauciones jj.
    Los dientes de las pirañas dan un poco de repelús y me ha llamado la atención el color del delfín y la confluencia de los dos ríos. Espectacular.
    Un abrazo.

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    1. La verdad es que fue un crucero muy espectacular, sí, aunque cortito. El resto del viaje lo hicimos ya "por tierra", como os conté en la entrada de Río y os contaré en otras dos que me faltan.
      Me alegro de que te haya gustado la crónica. Un abrazo.

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  10. Gracias por compartir estas imágenes tan espectaculares de vuestro crucero! No sé si quedarme con los delfines rosas o con la dentición impresionante de las pirañas!!!!
    Besos,
    Palmira

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    1. Jajajaja, los delfines rosas, en principio, parecen menos peligrosos, jejeje. Y digo "en principio" porque también tenían buena mandíbula.
      Gracias a ti por comentar y leer. Un beso.

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  11. Una crónica espectacular Marga. Cuando leí lo del crucero esperaba un barco más grande, pero veo que merece la pena esa "exclusividad" y no ir en algo a lo gigante.
    Con las pirañas yo no sé dónde me hubiera metido. Creo que con subirme al banco no hubiera sido suficiente.
    Los delfines rosas con muy bonitos pero me dan un poquito de grima, no sé si me hubiera bañado, soy bastante aprensiva para los "bichos"

    Me encanta leerte y ver tus fotos

    ¡Besos mil!

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    1. Yo tampoco soy bichera, en absoluto, pero la verdad es que disfruté muchísimo de esta etapa del viaje, ha sido muy diferente a todos los viajes que hice hasta ahora.
      Un beso, y muchas gracias.

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  12. Me encantan las fotos y leerte....pero creo que hay cosas a las que no me atrevería..aunque es cierto que estando allá igual se verá diferente la situación...gracias wapa por contarnos tan bien detallado tus viajes. besinos

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    1. Jajaja, Fely, nunca digas nunca jamás. Yo soy muy cobardona, y ya me ves.
      Gracias por visitarme y por tus palabras.

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