Viaje Alemania-Francia (entrega final) Colmar y Heidelberg





Aunque casi hace ya un año de este viaje, y ya hemos visitado algún que otro sitio, voy a aprovechar el "semiparón" veraniego para terminar la crónica del viaje a Francia (Alsacia) y Alemania, y para añadir el pequeño viaje de este año, a la espera de ver si podemos hacer alguno más.

La etapa final de nuestro viaje nos llevó a Colmar y Heidelberg

Empezaremos hablando de Colmar, que es un auténtico pueblo de cuento, con casas con entramados de madera y pintadas de distintos colores...


...y lleno de pequeños cafés, pastelerías, restaurantes y tiendecitas con encanto donde se venden recuerdos, dulces y productos de artesanía. 


Como veis, resulta difícil escoger dónde posar.


Resulta casi imposible parar de hacer fotos, cada rincón es más pintoresco y atractivo que el anterior. Y eso que el tiempo no nos acompañó demasiado, como en otras etapas del viaje.


No es excesivamente grande, así que se puede visitar con calma en un día y dedicarse a callejear.


La entrada al pueblo, por la parte más moderna, no hace presagiar nada bueno, sin embargo, porque estos barrios exteriores son bastante anodinos y carentes de atractivo (algunos, feísimos). Pero, en cuanto uno llega al casco antiguo, comienza la magia.


Es difícil resaltar algún monumento en especial, porque todo el pueblo es una maravilla. Pero sí puede reseñarse la catedral de San Martín, de estilo gótico...


...también la casa Pfister (cuyo interior se puede visitar), con pinturas bíblicas en su fachada, que data de 1537...


...y el Museo Bartholdi, creado en honor del escultor Fréderic-Auguste Bartholdi, autor de la Estatua de la Libertad, y que era natural de Colmar. En su patio y en el interior podemos contemplar algunas de sus obras.


Por lo demás, lo que recomiendo es callejear, visitar las tiendas de artesanía, y sentarse en alguno de sus cafés a probar los dulces locales con un café o un té, o, si la hora es la apropiada, comer o cenar en alguno de sus restaurantes.


Sobre todo, destaca la zona denominada “Pequeña Venecia” (Petite Venise”), en torno a una serie de canales, que se pueden recorrer en barco turístico, o pasear atravesando callejuelas y puentes. 

El muelle más importante es el llamado "Quai de la poissonerie", que se encuentra en la zona donde vivían los pescadores.


Como veis en la foto anterior, las vallas están llenitas de candados, costumbre que se ha puesto de moda y a la que no termino de encontrar la gracia y que en algunos puentes está incluso ocasionando problemas, pero que muchos practican para demostrar, supuestamente, su amor (en fin, cada uno es libre de hacer lo que quiera, jajaja). Al menos, aquí los candados guardan cierta estética, son casi todos iguales.


Nosotros, como ya comenté en entradas anteriores, nos alojábamos en un barco que estaba fondeado cerca de Estrasburgo, por lo que no pernoctamos aquí, pero hay muchísimos hoteles, de diversos precios, para quien quiera pasar allí la noche o algunos días.

El último día del viaje abandonamos el barco y nos dirigimos a la espectacular ciudad universitaria de Heidelberg, de gran tradición universitaria (es la ciudad universitaria más antigua de Alemania). 

Pero... la mala suerte hizo que nos tocara el día más lluvioso de todo el viaje. Un día absolutamente pasado por agua, que nos estropeó, en gran medida, el callejeo por la ciudad.

No pudimos disfrutar de todo lo que Heidelberg ofrece. Eso sí, visitamos el castillo. Aquí lo vemos desde la ciudad...



...y aquí ya nos vamos adentrando en él.



Situado en lo alto de la ciudad, es una fortaleza curiosísima, puesto que los distintos gobernantes de la ciudad no se limitaron a ocupar los edificios ya existentes, ni tampoco los demolieron para crear uno íntegramente nuevo, sino que cada uno iba construyendo su nuevo "castillo" al lado de los anteriores, lo cual hace que la fortaleza presente un conjunto de estilos arquitectónicos muy diferentes. 



(La bandera que veis, aunque de lejos lo parezca, no es la de Ucrania, es la de Heidelberg).

Quedó en desuso y fue parcialmente destruido a finales del siglo XVII, cuando Francia invadió esta zona de Alemania. 


No puedo entrar en muchos detalles porque, como os comento, bastante teníamos con sujetar los paraguas e intentar hacer fotos sin que se mojaran las cámaras o los móviles. 

Se puede subir andando, en coche o en funicular. Nuestra intención, ya que nos llevaban en autobús, era bajar andando a la ciudad,  pero el mal tiempo hizo absolutamente desaconsejable el paseo.

El castillo alberga también un "Museo de la Farmacia".


En este museo nos encontramos con reconstrucciones de farmacias antiguas, algunas pertenecientes a antiguos monasterios...


... y con colecciones de antiguos recipientes y envases de medicamentos...



...como esta antigua versión de la Aspirina...


...y estos tubos.


Cuenta también con un laboratorio para niños (donde pueden "jugar" a crear medicamentos como se hacía antiguamente), y una tienda (como curiosidad, os cuento que compré unos jabones artesanales, pero nos llovió tantísimo que la mochila se caló y los jabones casi se deshicieron, jajaja).

Y también podemos ver el que dicen que es el barril de vino más grande del mundo, con una capacidad de 220.000 litros...


...y al que se puede subir.

Desde el castillo se disfruta de espectaculares vistas de la ciudad. Supongo que serán bastante más espectaculares cuando hace mejor tiempo, pero hay que aceptar lo que uno se encuentra... y la vista sigue siendo bonita a pesar del agua y la niebla.


Otra perspectiva desde lo alto.



Nos llevaron a la ciudad, e intentamos pasear por las principales calles del casco antiguo, pero llovía tantísimo que, periódicamente, teníamos que refugiarnos en alguna de las múltiples cafeterías y pastelerías de la zona (todas muy recomendables, eso sí). Al ser domingo, la mayor parte de los comercios estaban cerrados.

Sí pudimos ver la "Casa Zum Ritter" o "Casa del Caballero", en la plaza del Mercado, que es una de las casas más antiguas de Heidelberg, y que logró sobrevivir a los incendios de la ciudad por estar construida totalmente en piedra. Hoy es un hotel con una llamativa fachada... pero ni siquiera la pudimos fotografiar, dada la cantidad de agua que caía. Así que tengo que tomar la imagen de Wikipedia, cosa que casi nunca hago (y, por supuesto, siempre indico cuando lo hago), pero en este caso no había otro remedio:



(La imagen 📸 pertenece al autor que se indica pinchando AQUÍ)

Nos quedamos con la sensación agridulce de haber conocido una ciudad preciosa, pero de la que no pudimos disfrutar como se merecía. Habrá que volver...

Y con esto termino mi crónica viajera del crucero por el Rin y el Mosela. Un viaje altamente recomendable.  Si queréis ver las otras partes del viaje, pinchando encima de los títulos podréis ver la zona de Colonia, Bonn, Cochem y Linz am Main Coblenza, orillas del Rin y Rüdesheim, y Espira y Estrasburgo.

Feliz verano a todos.



Comentarios

  1. Es un lugar precioso el que nos muestras, tan solo por pasear por sus calles merece la pena hacerlo.
    Bss

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  2. Nosotros estuvimos en Septiembre del 2019 y fue un viaje maravilloso!!! Sitios que parecen sacados de un cuento.
    Besitos fuertes

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  3. Me parece un viaje precioso, solo ver las fotos
    una ya se imagina lo hermoso que es. Siempre es grato ver tus fotos 😉
    Besinos wapa

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  4. Me encantan tus crónicas de viajes, Marga, lo haces con tanta pasión y detalle que me entran unas ganas tremendas de ir a estos sitios. Realmente parecen lugares de cuento, lástima que la lluvia te fastidiara el día, como bien dices, tendréis que volver

    Abrazos

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  5. Un viaje precioso! Me alegra que lo disfrutaras. BSS guapa!

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  6. Bellísimas fotografías de este viaje que habéis realizado a aquella zona, un viaje que seguramente habéis disfrutado enormemente, pues esa zona es extraordinariamente bella. También concreto me encanta ver las fotografías que has aportado al artículo, en donde se ven las decoraciones de madera en las fachadas de esas casas, y que es una decoración típica de la zona y muy antigua.

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